The Question of “Best” Men
Sobre los “mejores” hombres

The Question of “Best” Men
By Kathleen M. Pike

Gillette recently released an ad campaign that has ignited public discourse, including over 20 million views on Youtube. The campaign explores what should be considered “normal” male behavior and what needs to go for men to be “the best men can get.” Gillette’s tagline is thirty years old. It has always been designed to inspire men to be their best selves, and Gillette’s new ad aimed to provoke a conversation about what that means today. A conversation, indeed. It has triggered a torrent of criticism from those who claim that Gillette is attacking masculinity and men in general. On the other side, many applaud their daring and say that Gillette is calling for honest reckoning on what it means to be a good man and what has got to be left behind. Here are a few thoughts on the campaign.

Masculinity. The gender constructs of “masculinity” and “femininity” are as ancient as human civilization itself. But as much as gender roles have always existed, they are shaped by culture and reflect what a society expects and considers appropriate behavior for each sex. The Bem Sex-Role Inventory (BSRI), created by psychology professor Sandra Bem in 1974, identifies traits that are commonly viewed as masculine, feminine, or gender neutral. Thousands of studies have employed the BSRI to understand gender as it relates to nearly every aspect of human experience. The findings are fascinating at many levels. Most important to the Gillette ad, findings show time and again that mental health, wellbeing, social and professional success for both men and women is associated with a balance of masculine and feminine traits – not an excess of either type.

“Boys will be boys.” We have all heard that expression too many times to count. But gendered behaviors are not preordained nor immutable. Certainly, biological hormones (testosterone and estrogen) and chromosomes, which differ for males and females, are important to understanding sex differences in behavior. For example, males biologically have a higher level of testosterone, which is associated with aggression and competitiveness, but such biological differences do not mean that bullying and sexual assault should be accepted as gender-appropriate. And it is these behaviors that the Gillette ad suggests represent forms of aggression and competitiveness that take men far from being the best they can be.
Toxic masculinity. Gender norms around masculinity have created a narrow and rigid definition of what it means to be a “real” man in many societies, including the United States. When masculinity is defined in terms of strength, status, and aggression and attacks emotional vulnerability as feminine, the risk is a gendered experience that has been defined as toxic masculinity. At its worst, toxic masculinity can encourage violence as a means of asserting power and dominance, which Gillette is suggesting is not men at their best, and I would agree.

Gillette, meet Dove. For decades, eating disorders professionals and sufferers have campaigned to change advertising that promotes and perpetuates a toxic ultra-thin beauty ideal. For women especially, the over idealized value of thinness is associated with poor self-esteem and body image for many and eating disorders for a significant minority. Dove’s “Real Beauty Campaign” was one of the first industry challenges to the multibillion-dollar beauty and fashion industry that called for a rethinking of messaging about beauty and femininity. The campaign has been a long and jagged journey, but major changes can be seen across these industries. Gillette’s campaign is asking us to do the same around masculinity. Gillette is stepping up to say that behaviors like bullying, sexual assault, and interpersonal violence are toxic deviations or extremes of behaviors that can no longer be tolerated.

Why this matters to mental health. Current norms around manhood have clear implications for the mental health of men and boys, and thus for all of society. Definitions of masculinity that teach men not to share their emotions, that vulnerability is to be avoided at all cost, and that success in life depends on public status and power can lead to men being cut off from social support, at increased risk for using alcohol when stressed, and unlikely to seek help when exposed to stress, leading to poorer mental health outcomes and higher rates of substance abuse. So this ad raises critical questions that are intrinsic to the mental health of our men. And when we consider the serious mental health sequelae associated with bullying, sexual assault, and interpersonal violence, the issues raised by this ad are all about promoting mental health.
While some are not happy with Gillette’s recent ad, I say “kudos” to Gillette for having the courage to step forward and challenge all of us to rethink what it means to be a good man in today’s world.
Kathleen M. Pike, PhD is Professor of Psychology and Director of the Global Mental Health Program at the Columbia University Medical Center (CUMC). For more information, please visit cugmhp.org or call 646.774.5308.
Sobre los “mejores” hombres
Por Kathleen M. Pike

Gillette lanzó recientemente una campaña publicitaria que ha encendido el discurso público, incluyendo más de 20 millones de visitas en YouTube. La campaña explora lo que debería considerarse como un comportamiento masculino “normal” y lo que debe hacerse para que los hombres sean “los mejores hombres que puedan ser”. El lema de Gillette tiene treinta años. Ha sido diseñado para inspirarlos a ser la mejor versión de sí mismos, y el nuevo anuncio de Gillette es una conversación sobre lo que eso significa hoy. Una conversación, de hecho. Ha desencadenado un torrente de críticas por parte de quienes afirman que Gillette está atacando la masculinidad y a los hombres en general. Por otro lado, muchos aplauden su atrevimiento y dicen que Gillette pide un ajuste honesto de lo que significa ser un buen hombre y lo que se debe dejar atrás. Aquí algunas ideas sobre la campaña.

Masculinidad. Las construcciones de género de “masculinidad” y “feminidad” son tan antiguas como la propia civilización humana. Pero si bien los roles de género siempre han existido, están conformados por la cultura y reflejan las expectativas de una sociedad y consideran ciertos comportamientos como apropiados para cada sexo. El Inventario Bem de Roles de Sexo (BSRI, por sus siglas en inglés), creado por Sandra Bem en 1974, identificó rasgos que son comúnmente vistos como masculinos, femeninos o de género neutro. Miles de estudios han empleado el BSRI para entender el género en relación con casi todos los aspectos de la experiencia humana. Los hallazgos son fascinantes en muchos niveles. Lo más importante para el anuncio de Gillette es que los resultados muestran una y otra vez que la salud mental, el bienestar, el éxito social y profesional tanto para hombres como para mujeres, están asociados con un balance de rasgos masculinos y femeninos, y no con el exceso de alguno de los tipos.

“Los chicos serán chicos”. Todos hemos oído esa expresión innumerables veces, pero las conductas de género no están pre ordenadas ni son inmutables. Ciertamente, las hormonas biológicas (testosterona y estrógeno) y los cromosomas, que difieren para hombres y mujeres, son importantes para comprender las diferencias de comportamiento entre los sexos. Por ejemplo, los hombres biológicamente tienen un nivel más alto de testosterona, que está asociado con la agresión y la competitividad, pero tales diferencias biológicas no significan que el acoso y la agresión sexual deban aceptarse como apropiadas para el género. Y son estos comportamientos los que el anuncio de Gillette sugiere que representan formas de agresión y competitividad que llevan a los hombres lejos de ser lo mejor que pueden ser.
Masculinidad tóxica. Las normas de género en torno a la masculinidad han creado una definición estrecha y rígida de lo que significa ser un hombre “real” en muchas sociedades, incluyendo Estados Unidos. Cuando la masculinidad se define en términos de fuerza, estatus y agresión y ataca la vulnerabilidad emocional como femenina, el riesgo es una experiencia de género que se ha definido como masculinidad tóxica. En el peor de los casos, la masculinidad tóxica puede fomentar la violencia como un medio para afirmar poder y dominio, lo que Gillette está sugiriendo que no es lo mejor para los hombres, y estoy de acuerdo.

Gillette, te presento a Dove. Durante décadas, los profesionales de los trastornos alimentarios y los pacientes han hecho campañas para cambiar la publicidad que promueve y perpetúa un ideal de belleza ultra delgado y tóxico. Especialmente para las mujeres, el sobrevalorado ideal de la delgadez se asocia con una baja autoestima y la imagen corporal para muchas personas y trastornos de la alimentación para una minoría significativa. La “Campaña de belleza real” de Dove fue uno de los primeros desafíos de la industria multimillonaria de la belleza y la moda que exigió un replanteamiento de los mensajes sobre belleza y feminidad. La campaña ha sido un viaje largo e irregular, pero se pueden ver grandes cambios en estas industrias. La campaña de Gillette nos está pidiendo que hagamos lo mismo con la masculinidad. Gillette se está adelantando para decir que los comportamientos como la intimidación, la agresión sexual y la violencia interpersonal son desviaciones tóxicas o comportamientos extremos que ya no se pueden tolerar.

¿Por qué esto es importante para la salud mental? Las normas actuales sobre la virilidad tienen claras implicaciones para la salud mental de hombres y niños, y, por lo tanto, para toda la sociedad. Definiciones de masculinidad que enseñan a los hombres a no compartir sus emociones, que la vulnerabilidad debe evitarse a toda costa y que el éxito en la vida depende del estatus público y el poder, puede llevar a que los hombres queden aislados del apoyo social, con mayor riesgo de consumir alcohol al sentirse estresados, y es poco probable que busquen ayuda cuando están expuesto al estrés, lo que lleva a resultados de salud mental más deficientes y mayores tasas de abuso de sustancias. Entonces, este anuncio plantea preguntas críticas que son intrínsecas a la salud mental de nuestros hombres. Y cuando consideramos las graves secuelas de salud mental asociadas con la intimidación, la agresión sexual y la violencia interpersonal, las cuestiones planteadas por este anuncio tienen que ver con la promoción de la salud mental.
Si bien algunos no están contentos con el anuncio reciente de Gillette, le digo “felicitaciones” a Gillette por tener el coraje de dar un paso adelante y desafiarnos a todos a repensar lo que significa ser un buen hombre en el mundo de hoy.
Kathleen M. Pike, PhD, es profesora de Psicología directora del Programa Mundial de Salud Mental en el Centro Médico de la Universidad Columbia (CUMC, por sus siglas en inglés). Para obtener más información, por favor visite cugmhp.org o llame al 646.774.5308.