Madness, Framed
Locura, enmarcada
Madness, Framed
By Kathleen M. Pike
I didn’t know quite what to expect from the newly released documentary Framing Britney Spears. But it is not just a story about a little girl from Mississippi whose talents launched her into the stratosphere at a young age only to crash and burn in the most public of ways. Yes, her journey grew fraught due to mental health issues. But the madness in this story is not just hers. It is also ours. Let’s work our way back.
Britney Spears is living in a conservatorship. A conservatorship is a court-ordered arrangement whereby an individual (the conservator) is appointed to handle the financial and/or daily life affairs of a conservatee (an adult) who is deemed mentally incompetent. Framing Britney Spears focuses on the fact that following Britney’s very public unraveling in 2008, the court appointed her father and a lawyer as Britney’s conservators. While conservatorships are most often used in the case of older adults or adults with intellectual and developmental disabilities, they can be used in the case of serious mental illness when it is determined that someone does not have the capacity to make decisions on their own behalf.
The “Free Britney” Movement. Led by an increasingly vocal fan base that is advocating for the restoration of Britney’s rights, the #FreeBritneyMovement believes that Spears is being unfairly treated and exploited. Unfortunately, losing one’s rights due to mental illness is an all-too-common story. Consider practices around the world of involuntary hospitalization, incarceration, and prohibition on marriage due to mental illness. There is no doubt that serious mental illness can impair a person’s judgment and increase imminent risk to self and others such that temporary loss of rights may be defensible. But individual rights are violated far too often for people with mental illness. This is its own form of madness.
The Paparazzi could never get enough. A most hideous form of madness rests with the media. The tabloids were relentless in their criticism of the pop star’s mental health and her competence as a mother. Framing Britney Spears is replete with documentary footage of paparazzi swarming her car and blocking her every step as she attempted to move anywhere in public. When asked why they didn’t stop, one reporter said she never asked them to stop. That was immediately after documentary footage of Britney asking them to stop. When challenged, he laughs and implies that she didn’t really want them to stop. At the risk of hyperbole, it felt like we were watching a form of gang rape and then hearing a perpetrator absolve himself and claim that the victim was asking for it somehow. When someone is experiencing a mental health crisis, what they need from the community is the opposite of what the media delivered for Britney.
What was Britney’s mental health condition? I don’t know what I don’t know. What I do know is that Britney was 22 years old when she got married. A year later, she gave birth to her first son. A year later she gave birth to her second son. A year later her marriage fell apart. She then lost custody of her kids due to purported mood disturbances, erratic behavior and substance abuse. It has been asserted that Britney suffered from perinatal depression (also called postpartum depression). It is estimated that as many as one in seven women experience perinatal depression, and for roughly half of women diagnosed with perinatal depression, it is their first episode of depression. This is a treatable condition, and it is maddening that so many women are vilified for a mental health condition that is as real and as serious as many others that would prompt friends to rally round in support.
Getting the right help matters. Psychological help. Legal help. Community help. It seems to me, Spears has had serious trouble getting the help she needed on all these levels, and that is once again, maddening. Getting the right help is hard. We’ve all known people who have struggled to make that happen for themselves or loved ones. When it comes to mental health services, we had shortages in care before the pandemic. It’s worse now. And Spears’ story brings home the truth that it’s not simply a matter of money. Within the world of mental health, improving media coverage, increasing public understanding, and expanding funding for professional services are urgent.
This story is one of madness, and I am not talking about Britney. Yes, her mental health is central to the story, but the way in which the media and the tabloids turned her life into a circus is maddening. The way in which her mental health needs were represented is maddening. The way in which she was stripped of her rights is maddening. Our collective failure to deliver the right help to someone in need so that she could retain her rights and dignity is maddening. #TimeToDoBetter.
Locura, enmarcada
Por Kathleen M. Pike
No sabía muy bien qué esperar del documental recién estrenado Framing Britney Spears. Pero no es solo una historia sobre una niña de Mississippi cuyo talento la lanzó a la estratosfera a una edad temprana solo para estrellarse y arder de la manera más pública. Sí, su viaje se volvió tenso debido a problemas de salud mental, pero la locura de esta historia no es solo de ella. También es nuestra.Echemos un vistazo.
Britney Spears está viviendo en una tutela. Una tutela es un arreglo ordenado por un tribunal por el cual se designa a una persona (tutor) para manejar los asuntos financieros y/o de la vida diaria de una persona protegida (un adulto) que se considera mentalmente incompetente. Framing Britney Spears se centra en el hecho de que, tras el desmoronamiento público de Britney en 2008, el tribunal nombró a su padre y a un abogado como tutores de Britney. Si bien las tutelas se usan con mayor frecuencia en el caso de adultos mayores o adultos con discapacidades intelectuales y del desarrollo, pueden usarse en el caso de una enfermedad mental grave cuando se determina que alguien no tiene la capacidad para tomar decisiones en su propio nombre.
El movimiento “Free Britney” (liberen a Britney, en español). Liderado por una base de fans cada vez más vocal que aboga por la restauración de los derechos de Britney, el #FreeBritneyMovement cree que Spears está siendo tratada y explotada injustamente. Desafortunadamente, perder los derechos debido a una enfermedad mental es una historia muy común. Considere las prácticas en todo el mundo de hospitalización involuntaria, encarcelamiento y prohibición del matrimonio debido a una enfermedad mental. No hay duda de que las enfermedades mentales graves pueden afectar el juicio de una persona y aumentar el riesgo inminente para sí mismo y para los demás, de modo que la pérdida temporal de derechos puede ser defendible. Pero los derechos individuales se violan con demasiada frecuencia para las personas con enfermedades mentales. Ésta es su propia forma de locura.
Para los paparazzi nunca fue suficiente. Una de las formas más espantosas de locura recae en los medios de comunicación. Los tabloides fueron implacables en sus críticas a la salud mental de la estrella del pop y su competencia como madre. Framing Britney Spears está repleto de imágenes documentales de paparazzi invadiendo su automóvil y bloqueándola en cada paso mientras intentaba moverse a cualquier lugar en público. Cuando se les preguntó por qué no se detuvieron, una reportera dijo que nunca les pidió que se detuvieran. Eso fue inmediatamente después del metraje documental de Britney pidiéndoles que se detuvieran. Cuando se le desafía, se ríe e insinúa que ella realmente no quería que se detuvieran. A riesgo de hipérbole, nos sentimos como si estuviéramos viendo una forma de violación grupal y luego escucháramos a un perpetrador absolverse y afirmar que la víctima lo estaba pidiendo de alguna manera. Cuando alguien está experimentando una crisis de salud mental, lo que necesita de la comunidad es lo opuesto a lo que los medios le dieron a Britney.
¿Cuál era el estado de la salud mental de Britney? No sé lo que no sé. Lo que sí sé es que Britney tenía 22 años cuando se casó. Un año después, dio a luz a su primer hijo. Un año después dio a luz a su segundo hijo. Un año después, su matrimonio se vino abajo. Luego perdió la custodia de sus hijos debido a supuestos trastornos del estado de ánimo, comportamiento errático y abuso de sustancias. Se ha afirmado que Britney sufría de depresión perinatal (también llamada depresión posparto). Se estima que una de cada siete mujeres experimenta depresión perinatal, y para aproximadamente la mitad de las mujeres diagnosticadas con depresión perinatal, es su primer episodio de depresión. Esta es una condición tratable, y es enloquecedor que tantas mujeres sean vilipendiadas por una condición de salud mental que es tan real y tan grave como muchas otras que motivarían a sus amigos a unirse en apoyo.
Recibir la ayuda correcta es importante. Ayuda psicológica. Ayuda legal. Ayuda comunitaria. Me parece que Spears ha tenido serios problemas para conseguir la ayuda que necesitaba en todos estos niveles, y eso es una vez más, enloquecedor. Obtener la ayuda adecuada es difícil. Todos conocemos a personas que han luchado para que eso les suceda a ellos mismos o a sus seres queridos. En lo que respecta a los servicios de salud mental, teníamos escasez de atención antes de la pandemia. Ahora es peor. Y la historia de Spears nos deja claro que no se trata simplemente de una cuestión de dinero. Dentro del mundo de la salud mental, es urgente mejorar la cobertura de los medios, aumentar la comprensión del público y ampliar la financiación para los servicios profesionales.
Esta historia es una locura y no estoy hablando de Britney. Sí, su salud mental es fundamental para la historia, pero la forma en que los medios y los tabloides convirtieron su vida en un circo es enloquecedora. La forma en que se representaron sus necesidades de salud mental es enloquecedora. La forma en que fue despojada de sus derechos es desesperante. Nuestra incapacidad colectiva de brindar la ayuda adecuada a alguien que la necesita para que pueda conservar sus derechos y su dignidad es desesperante. #TimeToDoBetter(#EsTiempoDeHacerloMejor, en español)
