Love and justice Amor y Justicia

In the article “When the Secret Must Be Told” in The Bronx Free Press on Wed., May 15th (Vol. 4, No. 20), participants narrated stories of sexual abuse of their own and/or of survivor-advocates they’d counseled as part of a staged presentation to raise awareness about the Kingsbridge Heights Community Center’s (KHCC) programs. Ireen Niñonuevo, Director of Clinical Services of KHCC’s Changing Futures Program, was incorrectly identified as a narrator who’d personally suffered abuse from her father.
This is not the case.
The Bronx Free Press deeply regrets the error and has asked Niñonuevo to share her own thoughts on the remarkable legacy and life of a man who she writes, “led a life of service.” Her father, adds Niñonuevo, “helped many people gain a better quality of life.” In her role at KHCC, Niñonuevo has sought to emulate her father’s commitment, as she oversees programs that specifically seek to address the critical issues of sexual abuse. For more information, please visit www.khcc-nyc.org, call 718.884.0700, or visit at 3101 Kingsbridge Terrace, Bronx, NY 10463.
Love and justice
by Ireen Niñonuevo
“An ambulance took your father to the hospital. Come as fast as you can.”
My sister and I were on a flight to Manila within hours.
He was laid out in a coffin when we arrived.
During the wake, a woman I had never met told me he helped her get life-saving surgery. Someone else explained that my father had sponsored his college tuition and that he was now helping his own siblings obtain a higher education.
A government official from Father’s hometown said moving words before laying a flag on his coffin.
He said it is customary for ex-mayors to be honored this way.
To this day, the deep water well and pumping station he built in the 1960’s still supply the town with clean water.
The roads and bridges he commissioned still stand.
Unlike others of the Marcos regime in power at that time, my father refused to take kickbacks.
His life was underscored by love and justice.
I decided I want to live like that.
Wenceslao Niñonuevo, Jr. was nine when his mother died, and he was moved from one relative’s home to another. He was a teenager when the Japanese occupied the Philippines during World War II.
Like many Filipinos, he witnessed murders and rapes during the occupation.
By all accounts, his life had its share of losses and trauma.
Traumatic incidents leave one feeling powerless.
Life is no longer safe, and trusting is no longer the norm.
Without treatment, the impact of trauma gets passed on from generation to generation. I work daily with trauma survivors at Kingsbridge Heights Community Center.
The Child Sexual Abuse Treatment and Prevention Program serves over 200 families a year, and many experienced traumatic losses on top of abuse.
I have asked myself how my father survived witnessing heinous acts and experiencing traumatic grief without turning into a bitter person.
Years ago I read the question, “What do you love and what makes you angry? Pursue what you love, and use your anger for good.”
The answer to that question led me to social work.
I believe my father’s response to life led him to use experiences of hardship for the good of others. He didn’t allow pain to be wasted.
I would like to believe that his legacy lingers on in my work and the ripple effect it has on the lives of families I serve.
Ireen Niñonuevo, LCSW
Director of Clinical Services
Changing Futures Program Kingsbridge Heights
Community Center
En el artículo “Cuando el secreto debe de ser contado” en el The Bronx Free Press del miércoles, 15 de mayo (Vol. 4, No. 20), los participantes narraron sus propias historias de abuso sexual y/o de sobrevivientes que ellos asesoraron en una presentación para crear conciencia acerca de los programas del Centro Comunal Kingsbridge Heights (KHCC, por sus siglas en inglés).
Ireen Niñonuevo, directora de servicios clínicos del Programa Cambiando Futuros de KHCC, fue identificada incorrectamente como narradora que personalmente había sufrido abuso de su padre. Este no fue el caso.
The Bronx Free Press lamenta profundamente el error.
Le hemos pedido a Niñonuevo el compartir sus propios pensamientos del extraordinario legado y vida de un hombre que ella escribe “llevó una vida de servicios”.
Su padre, añadió Niñonuevo, “ayudó a muchas personas a obtener una mejor calidad de vida”.
En su papel en KHCC, Niñonuevo ha buscado emular el compromiso de su padre, mientras que ella supervisa programas que buscan específicamente abordar los asuntos críticos del abuso sexual.
Para más información, favor de visitar www.khcc-nyc.org, llamar al 718.884.0700, o visitar el 3101 Kingsbridge Terrace, Bronx, NY 10463.
Amor y Justicia
Por Ireen Niñonuevo
“Una ambulancia llevó a su padre al hospital. Venga lo antes que le sea posible”. Mi hermana y yo estábamos en un vuelo hacia Manila en unas horas. Cuando llegamos estaba colocado en un ataúd.
Durante el funeral, una mujer que nunca antes había conocido me dijo que el la había ayudado en una cirugía que le salvó la vida. Alguien más explicó que mi padre había auspiciado su matrícula en la universidad y que el ahora estaba ayudando a sus propios hermanos a obtener su propia educación.
Un oficial del gobierno del pueblo de su padre dijo conmovedoras palabras antes de colocar una bandera en su ataúd.
Dijo que era costumbre para los ex-alcaldes sen honrados de esta manera. A este día, el pozo de agua y la estación de bombeo que construyó en el 1960 todavía suplen a la ciudad con agua clara.
Los caminos y puentes que mandó a hacer todavía están de pie. A diferencia de otros del régimen de Marcos en el poder en ese tiempo, mi padre se negó a tomar sobornos.
Su vida fue destacada por el amor y la justicia.
Yo decidí que quiero vivir así.
Wenceslao Niñonuevo, Jr. tenía nueve años cuando su madre murió, y fue trasladado de la casa de un familiar a otro. Era un adolescente cuando los japoneses ocuparon Las Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial.
Como muchos filipinos, fue testigo de asesinatos y violaciones durante la ocupación. Por todos lados, su vida tuvo su parte de pérdidas y traumas.
Los incidentes traumáticos dejan a uno sintiéndose impotente.
La vida ya no es segura y el confiar ya no es la norma.
Sin tratamiento, el impacto del trauma se pasa de generación a generación.
Yo trabajo todos los días con sobrevivientes de traumas en el Centro Comunal Kingsbridge Heights. El Programa de Tratamiento y Prevención de Abuso Sexual Infantil sirve a más de 200 familias al año, y muchos experimentaron pérdidas traumáticas en tope del abuso.
Me he preguntado como mi padre sobrevivió presenciando actos aborrecibles y experimentando dolores traumáticos sin convertirse en una persona amargada.
Años atrás leí una pregunta, “¿Qué amas y que te hace enojar? Busca lo que amas y utiliza tu enojo para bien”.
La contestación a esa pregunta me llevó al trabajo social.
Pienso que la respuesta de mi padre a la vida lo llevó a utilizar sus duras experiencias para el bien de otros. No permitía que el dolor se perdiera.
Me gustaría creer que su legado permanece en mi trabajo y el efecto dominó que tiene en las vidas de las familias que sirvo.
Ireen Niñonuevo, LCSW
Directora de Servicios Clínicos
Programa Cambiando Futuros
Centro Comunal Kingsbridge Heights