A loss that lingers
Una pérdida que persiste

A loss that lingers
Story and photos by Mónica Barnkow
A quarter of a century has passed.
But the pain lingers on.

This past Wed., March 25th marked the 25th anniversary of the fateful night when Julio González burned down Happy Land, a social club on Southern Boulevard that was popular with Hondurans and other Central Americans.
After an argument with Lydia Feliciano, a former girlfriend and a Happy Land coat check employee, González was escorted out of the venue.
Moments later, he returned to at 1959 Southern Boulevard at East Tremont Avenue with a $1 worth of gas and a couple of matches. He poured the gasoline through club’s one entrance and the front hall. It was aflame in an instant.
The club had no sprinklers or fire exits.

Within minutes, 87 people had died, mostly due to smoke inhalation.
Lt. Richard Bittles was with Ladder 58, which was the first FDNY company to arrive.
“It was eerie, no noise, no one outside,” he recalled in published reports in 2010. “We made our way upstairs to the blackness, and when we shone a light, two people were sitting at a table, dead. It was surreal.”
González, now in his sixties, is currently serving 174 twenty-five year sentences, and was denied parole in early March.
Una pérdida que persiste
Historia y fotos por Mónica Barnkow
Un cuarto de siglo ha pasado, pero el dolor perdura.
El miércoles 25 de marzo marcó el 25 aniversario de la fatídica noche en que Julio González quemó Happy Land, un club social en Southern Boulevard que era muy popular entre hondureños y otros centroamericanos.

Después de una discusión con Lydia Feliciano, una ex novia, y un empleado del guardarropa de Happy Land, González fue escoltado fuera del lugar.
Momentos más tarde, regresó al número 1959 de Southern Boulevard en la avenida East Tremont, con el equivalente a $1 dólar de gasolina y un par de fósforos. Derramó la gasolina a través de una entrada del club y en el vestíbulo. Se incendió en un instante.
El club no tenía aspersores ni salidas de emergencia.
En cuestión de minutos, 87 personas murieron, en su mayoría debido a la inhalación de humo.

El teniente Richard Bittles estuvo con Ladder 58, la primera compañía del FDNY en llegar.
“Fue escalofriante, no se escuchaba ningún ruido, no había nadie afuera”, recordó en los informes publicados en el año 2010. “Nos abrimos paso hacia planta alta, en la oscuridad, y cuando brilló una luz, dos personas estaban sentadas en una mesa, muertas. Fue surrealista”.
González, ahora de unos sesenta años, se encuentra actualmente cumpliendo 174 sentencias de veinticinco años. Le fue negada su libertad condicional a principios de marzo.