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Hunger strike
Ataque de hambre

Hunger strike

Story and photos by Monica Barnkow


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“I am grateful,” said Juliana Lizardi.

Juliana Lizardi went to church recently.

But Lizardi, a regular attendee at the Caldwell Temple A.M.E. Zion Church, visited her house of worship not on Sunday. Instead, she was there this past Wed., Nov. 26th – a day before Thanksgiving.

Many of her neighbors and community residents joined her in line, as they gathered to receive food staples with which they would prepare their holiday meal.

They were joined by a host of community leaders and elected officials who sought to highlight what they say is a growing crisis of food insecurity and hunger.

Among them was Joel Berg, Executive Director of the New York City Coalition Against Hunger. The group released on Wednesday its annual survey on demand at soup kitchens and food pantries.

Cuts to Supplemental Nutrition Assistant Program (SNAP) benefits, said Berg, have had a major impact in the lives of many New Yorkers. SNAP is the federal aid program that provides assistance for food purchases for those in need.

“There has been a massive cut in SNAP in New York,” said Berg. “Last year there was a 425 million decrease in the city alone.”

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“There has been a massive cut in SNAP in New York,” said NYC Coalition Against Hunger’s Joel Berg.

For Lizardi, the cuts to benefits have hit hard.

“I used to get 250 dollars and now [it is] around 183,” she claimed. “The cuts have affected me.”

She was diagnosed with lupus eleven years ago.

“I am terminally ill,” she said. As a result of the genetic autoimmune disease, Lizardi, who is now 49, has lost her large intestine and the gallbladder.

She reports that she has begun to visit the church on Saturdays, to treat her 3-year-old grandson to a warm meal.

“We come every Saturday for lunch,” she said. “I am grateful for this church.”

The 2014 Annual Hunger Survey of the New York City Coalition Against Hunger report found that food pantries and soup kitchens in New York City experienced an increased demand of 7 percent in 2014, and in the Bronx, 94.4 percent of feeding agencies reported being impacted by the cuts to SNAP.

In the borough, where one in three children lives in food-insecure homes, hunger strikes particularly hard.

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Residents gathered food items.

“9 out of 10 agencies in the Bronx have increased the demand for food,” Berg said.

But as valuable as soup kitchens and food pantries are, he argues that they serve merely as an emergency solution to one of the most manifest outcomes of poverty. A more comprehensive approach, he says, is imperative.

“We need to create jobs, raise wages and make housing more affordable,” said Berg.

“We need to stop treating people like criminals because they need help.”

Many lending a hand on Wednesday know all too well the perils of poverty.

“I live from the kindness of strangers,” said volunteer Dean Cooper, paraphrasing a famous line from Tennessee Williams’ A Streetcar Named Desire. “I depend on soup kitchens.”

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Rev. Monty Witherspoon-Brown.

Originally from the Midwest, Cooper, who is 58 years old, has lived in New York since 1981. He is currently unemployed, and has been sleeping on a friend’s couch. He said he stopped looking for employment after many months of trying to no avail, and realizing that his chances were slim given his age.

Cooper is a daily volunteer at the church, where he finds not only warm meals and good company, but also personal satisfaction in a job well done.

“I love doing this; it makes me happy,” he said.

Pastor Paul Block, of Iglesia de la Transfiguración, said that the demand for food in the neighborhood is “always pretty high.”

“People [are] in line at 8 a.m.,” said Block. “They are willing to wait 6 hours in line.”

“Ever since they cut down SNAP, the situation has been tremendous,” agreed Sandra Reyes, Director of the PATHHSEO Soup Kitchen.

PATHHSEO Soup Kitchen has been operating at The Caldwell Temple for four years in the South Bronx. Its mission is to “help to heal the hurt of hunger and the consequences of poverty” through emergency food relief, and other social services.

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The report indicates there has been an increased demand at feeding agencies.

“We [have] experienced an increase of about 40 percent,” she said, noting she also needed to expand operations and resources as a result.

Assemblymember-Elect Michael Blake said that the problem of food insecurity was all too familiar to him, as his family “had many struggles.”

Doing public service and helping people in need was the best way to give back to the community, he remarked.

Still, he said that filling up grocery bags on Thanksgiving just wasn’t enough.

“The reality is we have to do a lot more.”

Reverend Monty Witherspoon-Brown agreed.

“The government has to do more to ensure we can end hunger,” he said.

But he said that the sight of so many local hands pitching in to help was cause for joy.

“Thanks for helping one another,” he said in prayer. “[Let us give] thanks for our blessings.”

Ataque de hambre

Historia y fotos por Mónica Barnkow


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El senador Gustavo Rivera (extrema izquierda), dando una mano.

Juliana Lizardi asistió recientemente a la iglesia.

Pero Lizardi, una regular del Templo Caldwell A.M.E. iglesia Sión, visitó su casa de culto no en domingo, estuvo ahí el pasado miércoles 26 de noviembre, un día antes de Acción de Gracias.

Muchos de sus vecinos y residentes de la comunidad se reunieron para recibir alimentos básicos con los cuales preparar su cena festiva.

A ellos se sumaron una serie de líderes comunitarios y funcionarios electos quienes buscaron destacar lo que dicen es una crisis creciente de inseguridad alimentaria y hambre.

Entre ellos se encontraba Joel Berg, director ejecutivo de la Coalición contra el Hambre de la ciudad de Nueva York. El grupo lanzó el miércoles su encuesta anual sobre la demanda en comedores de beneficencia y despensas de alimentos.

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“La situación ha sido tremenda”, dijo Sandra Reyes del comedor de beneficencia PATHHSEO.

Los recortes a los beneficios del Programa de Asistencia Nutrición Complementaria (SNAP por sus siglas en inglés), dijo Berg, han tenido un gran impacto en las vidas de muchos neoyorquinos. SNAP es el programa de ayuda federal que proporciona asistencia a los más necesitados para la compra de alimentos.

“Ha habido un recorte masivo en SNAP de Nueva York”, dijo Berg. “El año pasado hubo una disminución de 425 millones tan sólo en la ciudad”.

Para Lizardi, los recortes a los beneficios han golpeado duro.

“Solía tener 250 dólares y ahora alrededor de 183”, señaló. “Los recortes me han afectado”.

Fue diagnosticada con lupus hace once años.

“Tengo una enfermedad terminal”, dijo. Como resultado de la enfermedad genética autoinmune, Lizardi, quien tiene ahora 49 años, perdió su intestino grueso y la vesícula biliar.

Informa que comenzó a visitar la iglesia los sábados, para dar a su nieto de 3 años de edad, una comida caliente.

“Venimos todos los sábados para el almuerzo”, dijo. “Estoy muy agradecida por esta iglesia”.

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El templo Caldwell A.M.E. iglesia Sión.

El reporte 2014 de la encuesta anual del hambre de la Coalición contra el Hambre de la ciudad de Nueva York, encontró que las despensas de alimentos y comedores de beneficencia experimentaron un aumento en la demanda de un 7 por ciento en 2014 en Nueva York y el Bronx. El 94.4 por ciento de las agencias de alimentación informó haber sido impactada por la cortes a SNAP.

En la ciudad, donde uno de cada tres niños vive en hogares con inseguridad alimentaria, el hambre golpea con especial dureza.

“9 de cada 10 agencias en el Bronx han aumentado la demanda de alimentos”, dijo Berg.

Pero aunque los comedores de beneficencia y las despensas de alimentos son valiosas, sirven simplemente como una solución de emergencia para uno de los resultados más evidentes de la pobreza. Un enfoque más amplio, dijo, es imperativo.

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“La realidad es que tenemos que hacer mucho más”, dijo el asambleísta Michael Blake.

“Tenemos que crear empleos, aumentar los salarios y hacer la vivienda más asequible”, dijo Berg.

“Tenemos que dejar de tratar a las personas como si fueran delincuentes sólo porque necesitan ayuda”.

Muchos de los ayudantes del miércoles conocen muy bien los peligros de la pobreza.

“Vivo de la bondad de los extraños”, dijo el voluntario Dean Cooper, parafraseando una famosa frase de Tennessee Williams de A Streetcar Named Desire. “Dependo de los comedores de beneficencia”.

Originario del Medio Oeste, Cooper, de 58 años de edad, ha vivido en Nueva York desde 1981. Actualmente se encuentra desempleado y ha estado durmiendo en el sofá de un amigo. Explicó que dejó de buscar trabajo después de muchos meses de intentarlo en vano, y de darse cuenta de que sus posibilidades son escasas debido a su edad.

Cooper es voluntario todos los días en la iglesia, donde encuentra no sólo comida caliente y buena compañía, sino también la satisfacción personal de un trabajo bien hecho.

“Me encanta hacer esto, me hace feliz”, comentó.

El pastor Paul Block, de la iglesia de la Transfiguración, dijo que la demanda de alimentos en el barrio es “siempre muy alta”.

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“La gente están formada desde las 8 de la mañana”, dijo el pastor Paul Block.

“Las personas están formadas desde las 8 a.m.”, comentó Block. “Están dispuestas a esperar 6 horas en línea”.

“Desde que cortaron SNAP, la situación ha sido tremenda”, coincidió Sandra Reyes, directora del comedor de beneficencia PATHHSEO.

El comedor de beneficencia PATHHSEO ha estado operando en el templo Caldwell durante cuatro años en el sur del Bronx. Su misión es “ayudar a sanar el dolor del hambre y las consecuencias de la pobreza” a través de la ayuda alimentaria de emergencia y otros servicios sociales.

“Nosotros [hemos] experimentado un aumento de alrededor del 40 por ciento”, dijo, señalando que ella también necesitaba expandir sus operaciones y recursos.

El asambleísta electo Michael Blake dijo que el problema de la inseguridad alimentaria es muy familiar para él, ya que su familia “luchó mucho”.

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Un momento de oración.

Hacer servicio público y ayudar a los necesitados fue la mejor manera de retribuir a la comunidad, indicó.

Sin embargo, dijo que llenar bolsas de supermercado el día Acción de Gracias no es suficiente.

“La realidad es que tenemos que hacer mucho más”.

El reverendo Monty Witherspoon-Brown estuvo de acuerdo.

“El gobierno tiene que hacer más para garantizar que podemos terminar con el hambre”, dijo.

Sin embargo, dijo que ver a tantas manos locales ayudando es motivo de alegría.

“Gracias por la ayuda mutua”, dijo en la oración. “Demos gracias por nuestras bendiciones”.

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